Le veo el deseo cuándo sierra los ojos.
Mis caramelos carmelitas deslumbrados, siempre andan persiguiendo las esmeraldas.
Cuando el sol se despierte le minaré sus valles y sierras.
Como minero con hambre vieja, atacare.
Lobo al fin en huesos la dejare.
Pero de que me serviría, si sin alma la dejaría.
La euforia anormal que esta criatura divina me causa cesaría.
Y entonces tuviera que empeñar mi alma para revivirla.
De qué vale vivir si no soy como las palmas en la brisa.
De que vale vivir sin su sonrisa.
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