Tuesday, August 13, 2013

Mi papalote

Mi papalote esta echo del güin más duro y ligero que se encuentra en nuestro batey. Es un coronel, el rabo esta lleno de cuchillas de afeitar las que dan por la libreta, por sí nos atacan los amigos del cañaveral. 

Mi yegua se llama Panchita, por las mañanas yo traigo agua del viejo pozo y lleno las tinajas en nuestra cocina en la cuál hay varias tinajas. A mi la que mas me gusta es la que esta llena de manteca de puerco porque no solo es manteca lo que contiene el recipiente de barro pero las golosinas que más me gustan, los chicharrones y masas de puerco. Comerse esto es la gloria.

Cuando regreso de este quehacer mi abuela siempre me prepara mi café con leche clarito y azucarado nunca le falta el pan tostado como ella sabe que me gusta, una pizca antes de quemado. 

Mis amigos y yo todos en nuestro batey jugamos a las bolas y cuando nos aburrimos casamos lagartijas, estas son nuestras mascotas. 

Hoy no pude jugar mucho con los amigos del batey, la cincha de mi montura se me rompió mientras cruzaba el río. 

Bueno en sí yo estaba enfrascado en una carrera. Mi amigo Pepito me dijo que su potro podía más que mi Panchita. 

Yo como es normal tuve que defender la honra de mi bestia y cuje en mano le gane a Pepito. Pero por poco me destarro. 

Mi fiel bestia galopeaba más rápido que un rayo, cruzo el río en lo que un grillo salta una gajo. Mi yegua es joven tres años nada más pero la montura es de cuando los Yucatecas llegaron a Cuba. 

Yo creo que a la tatarabuela de Panchita le ensillaron la misma montura. Nosotros cariñosamente la llamamos Cuero Viejo. 

Cuando salto las últimas varas, sentí el aflojar de mi tan cómodo asiento. Por sí o por no me aferre a su melena con un apetito que yo y mi yegua nos hicimos uno. 

Cuando alcanzamos la meta, que era la roca grande que mi abuela tiene en el tras patio, afloje la crin de mi animal y respire con alivio. 

Bartolo es el remendadero, un anciano que esta tan curado como los cueros que el maneja. Siempre con una sonrisa me recibe, que fue esta vez Arielito, que deshiciste. 

El ya sabe que soy tosco como los taburetes que tenemos en el patio.

Le conté y el risueño me grito; si tu abuelo se entera que estas andando por ahí correteando te va a encender la leva.

Le respondí en mi retirada de su taller, Bartolo no chives si tu sabes que mi abuelo le encanta alardear de sus caballos.

Corre muchacho no jodas.

Con este adiós me fui corriendo al potrero. 

Yo siempre escondía mi papalote bajo el flamboyan y esta brisa que al norte corre. Lo que provoca es empinar. 


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