Amanecí con fiebre. El luto de la vida me abriga.
Lentamente me retiro de este teatro, sin dejar rastros de mi.
Recite muchos poemas sin razón, regale saliva sin sentido. En este escenario sin telón.
Por aquí no pace, los que pasaron fueron mis pies.
Yo malamente estaba presente.
En la cueva de mi imaginación me refugiaba. Cuando el amor y la comprensión me evadían.
Habite esta habitación. Encantado por el encanto de la soledad.
Sólo y sin propósito anduve por los rincones de esta galería.
Lo entregue todo pero siempre sin propósito.
Convencido que morirse no tiene nombre.
Solo apellido.
El muerto.