No entiendo porque me provoca crucificarme y padecer los latigazos de la lejanía.
De que corro, o a que corro.
La distancia y el olvido son compañeros de crianza y primos de mi miedo.
Temo que las penas de la vida me cojan de sorpresa y me propongo tomar el té del dolor en sorbos lentos.
Intento conquistar el dolor que nace a raíz de la separación y con cada una de estas excursiones me convierto en piedra.
Es pobre y apesta a miedo esta ley que juzga sobre mi.
Sin embargo, con cada paso que nos separa afirmó; algún día me faltaran, algún día faltare pero la ausencia no será raíz sembrada por lejanía si vivimos en nuestros corazones.....
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