Acurrucado en mi butaca, como almohada en funda de seda, yo bebía electricidad líquida.
Cuando por la esquina de mi ojo paso la noche echa mujer.
En el hombro le colgaba su vida. Mientras se le salían los suspiros por la costura del bolso.
Ella pisoteaba este sitio a modo de Cucarachita Martina, entraba y salía con mucha intriga.
El que se prestara para algo más que el espectáculo musical que nos hipnotizaba, deduciría como yo que el corre corre de esta niña tenía teñido este lugar de belleza matizada a color zona rosada.
La nuestra resaltaba, la discreción no la acompañaba.
Por encima de la ropa se le veía que no estaba en el negocio de amor eterno sino en el de pelotón.
A mi me causo asombro como ella se deslizaba por esta gallería curada por cuadros, sin levantar sospechas.
Tal parecía que pudiera haber sido un espejismo, sino hubiera sido por la fragancia Francesa que hundía esta exposición en los Lirios dé Mercurio......
Gracias a mis amigos los Grillos pude pintar este poema....