La llave de tu despedida la escondo bajo mi almohada. Si tus ganas o conocimiento de lo próximo son tan severas
clama sin cesar. Que cuando en la oscuridad de mis sueños me convenzas que es justo y para el bien de nuestra causa, el salvoconducto te daré. Ya hace tiempo me di cuenta que en mis costillas está nuestro destino. Que aunque parezca que somos varios; lo opuesto es realidad. Somos la misma manifestación de un solo anhelo. Y como tal tu solo eres una vértebra de este esqueleto que llamamos familia. Los pasajeros anteriores de este tren, en su última hora me buscaron, para otorgarme la medalla de conductor. Sabiendo que es un plazo temporario y que mi gran responsabilidad es, cuando la tarde llegue saber olfatear al próximo.
Tu no pasarás desapercibido, te llevo en el tuétano de mis huesos. Mis poros brotan con tus cariños como tal tu serás arrastrado al infinito por los pedazos nuestros.
Lo que se jura se honra.
A mi tío Modesto con todo mi cariño.
Ariel López