Me dijo que mudó la muda de ropa mía por un trajinar nuevo.
Con despecho en sus labios, me dijo que él sí tuvo valor y se tatuó su amor por ella.
Sin ruido deje que engordara su aislamiento de mi, sin ruido deje que le corrieran lagrimas de rabia.
Me cerré a escuchar sus campanazos, mientras ella seguía vendiéndome derrotas y porqués.
Su soberbia quería respuestas, mientras en silencio yo la dejaba.
Agitada empezó a gritar, qué porqué yo no era él, qué porqué yo no la amaba...